octubre 29, 2011

Abismo

Estoy sentado, a orillas de ese abismo.
Desde el medio día, el sol horadaba mi piel.
El sol, desprovisto de criterio, se esconde tras la montaña.
¿A dónde se ha ido la luz cegadora?

La tarde poco a poco va cayendo.
El celeste se tiñe lentamente de un añil oscuro.
Las voces de los animales empiezan a escucharse.
¿Me asusta o me deleita oirlas?

El ultimo suspiro del astro solar se evapora lentamente.
Como una vela que se extingue a si misma.
El abismo a mi costado reverbera de actividad.
Doy un grito, esperando un eco.

Pero mi voz se confunde con lo oscuro que alli llace.

Llevo no se cuantas horas, aquí a la par del abismo.
El ruido se ha vuelto insoportable.
Es como si algo buscase salir… algo buscase liberarse.
Una prision profunda para una bestia malevola.

De pronto la curiosidad me gana.
Lentamente asomo el rostro.
Veo un par de ojos, penetrantes e inquisitivos.
Incitantes, oscuros. Inmoviles, crueles e impasivos.

Y no me asustaria tanto…
… si no viera que únicamente, es el reflejo de mis ojos.

octubre 26, 2011

Neural Connect, a new service from...

Brain to Brain Chat.
Habían llegado trastumbándose a la cabaña. Entre besos y abrazos, ambos habían finalmente llegado a la puerta.
-Cerrado. Dijo ella, mientras movía el pestillo. –el sol, mientras era devorado por la montaña de atrás, humedecido por el lago, le infundía un otoñal tinte rojizo a la vieja pared de la cabaña.
-Déjame probar –dijo el, haciendo un movimiento con los hombros, echando el peso a la puerta mientras con una mano la giraba. La puerta cedió ante su peso, como si quisiera ser cómplice. Después de abrir la puerta, el reviso el cerrojo. Estaba intacto. -¿a que esperas? –dijo súbitamente mientras la veía entrar en aquel sitio. El aroma del interior era difícil de discernir. No era rancio, no era maloliente, pero olía a abandono. A maderas viejas. El interior, completamente abandonado. Mientras ella pasaba, el sol y la pañoleta que cargaba en su cintura, jugaron en su contra. La luz jugaba con su figura, acentuando sus caderas, su cintura. Haciéndola una silueta. Pero su sonrisa era grande, y se podía notar, incluso a contraluz.
De pronto ella se lanzo a el. Sus ojos eran una invitación silenciosa. Ella quería sus labios. Sus brazos le abrazaron el cuello, mientras apenas les alcanzo a cerrar la puerta de aquel sitio.
-Esto es ilegal… sabes –dijo el, al tiempo que la abrazaba por la cintura.
-Mucho mejor… me parece –respondió ella, con la boca entrecerrada, mordiéndole el labio. Casi se le cae la maleta que cargaba en la mano. Ya habían visto esa cabañita abandonada a orillas del lago. La vieron desde la primera vez que salieron a caminar y siempre les había atraído hacer el amor en ella. Se había quedado como un deseo frustrado, y aunque esa tarde, el llevaba las herramientas necesarias para violentar el cerrojo, no se había hecho necesario. También llevaban una manta, unas velas, y una buena botella de Chianti, envuelto en una manta para que se mantuviera frió. Ella, odiaba el vino tibio.
Mientras su mano recorría su espalda, en toda su extensión, e incluso en sitios en donde la espalda se volvía nuca, y también se volvía otra cosa, su otra mano le traiciono. Dejo caer la maleta con cierto descuido. Ella, lo empujo a una pared. El sol se colaba por entre los pedazos rotos de un periódico pegado en una ventana, para protegerla, haciendo que la luz se difuminara en todos lados, pero apenas.
Ella le subió los brazos mientras que con sus uñas, arañaba su cuerpo, en una deliciosa y sutil afrenta. El decidió no quedarse inmóvil, desde luego. Abrazándola con fuerza, desde la pared en donde estaba, la llevo a la esquina de ese cuarto desprovisto de muebles, teniendo cuidado, claro, de no toparse con la inquilina de una telaraña. Después de ver esto, la llevo a la esquina con firmeza, y con cuidado. Sus ojos, siempre fijos en los de ella. Se acerco a su boca, pero no la beso. Sus labios apenas se rozaron. Le gruño, lleno de deseo, lleno de la angustia por poseerla. Se poso en su cuello, mientras sus manos la atraían, por la cintura hacia el, y su boca, derivaba por su cuello, por sus hombros. Sin que ella se percatase, o quizás, ella ignorándolo a propósito, el logro destrabar la parte superior de su traje de baño. Sus manos derivaban cuidadosas, leves, como si sus dedos de pronto fuesen plumas acariciando su piel recién expuesta.
Adrift and at peace, sonaba en la cabeza de ambos. Ella, acariciaba su nuca, la parte de atrás de su cabeza, al tiempo que sus dientes y su lengua sentían la sal de su piel. La aorta brincaba rápidamente. Un suspiro indeterminable fue proferido por ambos. De pronto la habitación se torno mas oscura, así que el en un rápido movimiento casi de prestidigitación, encendió las velas, y puso la manta en el suelo. La botella les esperaba para después. Ella lo acerco a sus labios… necesitaba un beso. Pero no pudo dárselo. Tan pronto como sus ojos expectantes se hicieron en los de el, ella se quedo en silencio, y desapareció. El se quedo absolutamente solo en aquel sitio, de pronto, como si ella se hubiese evaporado. De cierta forma así había sido. En sus ojos, las letras blancas aparecieron de pronto.

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-Mierda… dijo.

octubre 24, 2011

Duda personal que no sin hilaridad plantea la eterna dicotomía artística entre contenido y forma.

“¿A donde se va todo lo que tengo que decir justo cuando me da por ponerme a jugar con las palabras”

-Julio Calvo Drago.

El retorno del cangrejo parte 4
(donde estan las otras tres, me pregunto yo)

octubre 23, 2011

Atraco

Allí estabas tú. Blanca. Pura. Perfecta. Inmóvil. Esperando que yo hiciera el primer movimiento. Tenías miedo. Tenías precaución. Temías que fuera a ser violento. Me acerque poco a poco, midiendo tu afán por tu sonido. Te ibas a entregar, si, pero no lo harías tan fácilmente. Estabas cerrada. No decías nada. Pero tu sonido, como si 220VAC pasaran por ti. El frió de tus entrañas contrastadas con el calor de tu exterior. De tu piel, lechosa, casi mortuoria. El paso de los años te habían hecho precavida. Cautelosa. Aunque también el paso de los años te hacían delatar las delicias que se escondían en tu interior.
Me acerque a ti, sutil. Suave. Delicado. Estabas inmóvil, pero no me oponías resistencia. Con unos dedos hábiles, y delicados, acaricie tu superficie. Sentí la rugosidad y al mismo tiempo la delicadeza de tu cuerpo. Encontré una comisura perfecta. Mis dedos se hundieron delicadamente en ella. Gire con la mano, y te abriste ante mi, mostrando tu esplendor, tu luz interna, tus delicias. Tus manjares secretos, guardados en tu interior. Te penetre, y con una mano, hábilmente manipule en tu interior. Pero ya yo estaba servido. Ya no quería más de ti. Te cerré, y te quedaste allí. Blanca, Pura, Perfecta. Inmóvil. Ya yo tenía lo que había buscado de ti. Una merienda de media noche. Gracias, por estar para mi siempre tan fría. Por conservar tus manjares siempre tan frescos. Gracias, refri.

Gracias, por siempre brindarme el atraco de media noche.


Salut!

octubre 11, 2011

Ayer.

Ayer... Te encontre vagando por las avenidas de tu mente, resguardada de todo aquello que violenta tu paz. Te segui. ¿O eras tu quien me seguia? ¿Importa acaso? Ayer, para no decir, que o me acerque, o te acercaste, me limitare a decir, nos acercamos. Nos reconocimos. Nos vimos los ojos, como tantas veces, pero en cuerpos nuevos, con problemas nuevos, con lios nuevos. Ayer, nos fuimos tan tranquilos, platicando por las calles abandonadas de una ciudad perdida, aun puedo casi sentir, la frialdad de los arboles enclavados en las aceras, avergonzados de no poder vivir en libertad, e impotentes de marcharse. Frios, esteriles.
Ayer, nos acercamos a un cafetin, un sitio olvidado, en una ciudad perdida. Nos platicamos y nos contamos "Que hay de nuevo"

Ayer, te tome de las manos, te dije que me alegraba de haberte encontrado. Tus ojos me lo dijeron todo. Pero cuando te tome de las manos, aunque no me lo dijeras, tambien, como ayer, note que te marcharias. Otra vez, como ayer.
Te quise poner una huella, una marca. Un beso aunque fuera, en tu frente, para que supieras como regresar a donde el destino te trajo y ahora te aleja. Como ayer, pero ayer, tampoco se pudo. Te pedi que al menos, si te ibas, que no te fueras infuriada, esto no es MI culpa. Pero tambien, como ayer, no me escuchaste. Quisiste oir lo que no tenias que oir, sino lo que querias oir. Calmar tu sed de impotencia. Como ayer.

Y nuevamente vago solo por las calles, hoy, buscandote, a ver si te encuentro. Y como ayer, mañana sera. Solo cruzo los dedos de poder encontrarte.

Como ayer.

octubre 04, 2011

Me da miedo.

Me da miedo hacerme viejo y verme al espejo, sabiendo que de la felicidad, breves y efimeros fragmentos he alcanzado. Me da miedo procrastinar hasta mi muerte, sabiendo que muero sin un nombre, sin un por que, y sin un motivo. No permitire que el tiempo me siga royendo con sus años de rata, tomare el timon de mi barcaza y navegare hacia alguna isla remota, una isla que pueda bautizar con mi bandera, en vez de permanecer en altamar y lamentarme de los vientos errantes. No me olvido de aquellos que se quedan en el puerto, en cuanto encuentre mi isla, trazare un rumbo, una ruta, un mapa. Pero primero debo hallar mi isla.



Gracias Fernando por la inspiracion.