noviembre 08, 2011

Un epitafio para Márquez.

Estimado señor Márquez. Le escribo pensando en sus muchos libros, y en lo mucho que se le aprecia. Escribo este epitafio no con la tristeza de que se ha ido, sino con la misma alegría, que me contagiaron sus relatos.
Le escribo como un ferviente admirador suyo, un lector que, aunque aun un neófito en la Gabomarquetura, tiene afortunadamente y por gracia –o desgracia – divina, la sensibilidad suficiente para admirar la forma que escribe.

Debo confesar que muchos de sus libros son los que me han inspirado en muchos aspectos de mi vida. Le confieso que se me quito lo amargo, gracias a la ingenuidad de don Aureliano. También le confieso que aprendí a expresar la frustración y la tristeza empleando la sutileza de la palabra Mierda. Aprendí que la pasión se duerme, pero se muere solamente, una vez uno ha muerto. Y aprendí a apreciar la paciencia, incluso, si se viaja en un vapor.

En fin, Don Gabo. Le agradezco TODO cuanto me ha enseñado. No le escribo este epitafio para que le sirva una vez muerto, sino todo lo contrario, para decirle en su cara, que le admiro, y que si es un epitafio, es nada mas por que la muerte nos es a todos, -de momento –inevitable. Gracias, señor Márquez. Espero, que antes de la hora inevitable, lo lea, con todo mi aprecio, y mi respeto para usted...