enero 06, 2012

Entre dios y el diablo.

Durante años había hablado con ellos. Años, aguantando sus genialidades, sus estupideces, sus críticas, comentarios y desconsuelos. Años viéndolos pelearse estúpidamente como dos chiquillos en trifulca por un caramelo, como si las almas fueran los hilitos de los cuales esta hecho el algodón de azúcar.
Y los años, pesaban ya. Pero el, había abandonado hacia unos instantes (Tan largos que se sentía viejo como el universo mismo) todos los cuestionamientos, todos los prejuicios, los dogmas, las razones irracionales y demás bagaje mental y emocional, y estaba hincado frente al muelle, viendo el lago, con la barbilla remojada en lagrimas, mientras el atardecer hacia que el lago fuera una gigantesca manta de filigrana dorada, secándose al viento. De pronto sus estupideces dejaron de tener importancia. Sus quejas, diferencias, conflictos y demás, dejaron de tener valor.

Dios y el diablo le observaban preocupados. Sabían que estaban a punto de morir de su mente, y como todos los seres vivos, se esforzaban por existir.

“Vos sabes que esa nota es mentira” dijo el diablo, con una aristocrática sonrisa. Su cuello enmarcado en una camisa gucci blanca, la corbata de seda hindú, el saco de sastrería fina y la apenas perceptible pulsera de oro que se veía en el brazo que sostenía con desgano el mentón, denotaban todos los lujos, pero también todos los excesos. En su dedo, un grueso anillo de oro, con un azabache.

“Hijo mío. El mundo esta lleno de mentiras” dijo dios, con un atavío más bien pobre. Una playera vieja de los Rolling con la lengua ya gastada, las manos sucias de trabajar bajo los coches todos los días, la barba sin rasurar y sin cuidar de semanas, así como el cabello largo amarrado en la parte de atrás con un alambre.

Pero el de pronto cayo en la cuenta que sus sospechas eran ciertas. Que hay mucho más allá del bien y el mal. Que son relativos y que a la larga, como sus dos inevitables compañeros, son irrelevantes.

-“Es tan hermoso” –susurro tan leve que apenas pudo escucharse el mismo. “Es tan hermoso” volvió a decir, con los labios temblorosos, las manos juntas y cada uno de los vellitos de su cuerpo, erectos al viento, por el escalofrío que le causaba la Epifania que explotaba en su mente, justo ahora. El miedo, la tristeza, la desesperación, todas esas emociones que se anclan al cuello como rocas, de pronto se deslizaban al fondo del lago.
Arrugado entre sus dedos, una nota, nota que estuvo hace unos segundos, a punto de arrojar al lago. Se había hecho estudios con un psicologo. Como no entendía ni la mitad de las palabras escritas en la hoja de los resultados había ido a la biblioteca a investigar el significado de las palabras. De pronto, se dio cuenta. Ambas palabras significaban más que la presencia de Dios y el Diablo.

Diagnostico… “Esquizofrenia paranoide”

"Todo es tan hermoso" Dijo. Al voltear, ambas figuras se habian marchado.