"Delante
de la pantalla, las letras se me amotinan. Realmente no puedo decir que son mías,
porque aunque las estoy ordenando, algunas ideas no son enteramente mías. No
son plagiadas, ni prestadas. Pero definitivamente debo admitir que no son mías.
Son obra y arte de algunos otros, algunos que me inspiran, y algunas veces, la inspiración
y el plagio se confunden”.
Suele sucederme esto, cuando intento escribir.
No sé si esto sea una
sinergia o una simbiosis. Antes de entrar en lo profundo, definamos algunos términos.
Creador, es el que crea. Sea lo que sea, sale de él. (El termino él se usa acá,
sin acepción de género, exceptuando para definir el sexo del tiempo de la
palabra. Ej.: Él creador. La creación) El observador, es la persona o personas
que observan la obra y su contenido.
Tanto creador como observador, obtienen una ganancia. El
creador, obtiene lo que busca de su creación, sea purgar una emoción, comunicar
una idea, llamar la atención, generar sentimientos en los demás, incluso
disparar una aceptación por sus propios intereses, hallar lugares en común con
los observadores, o simplemente comunicarle al mundo que, aunque arquetípicamente
su visión sea la común, el posee una forma peculiar de articular la misma.
Por otro lado, tenemos al observador de la obra. El
observador puede o no, sentirse identificado con ella, puede aburrirse de la
misma, puede no encontrar el mensaje “escondido” o simplemente puede sentir que
no siente nada con la obra. O por el contrario, puede hallarse completamente de
acuerdo con la creación, puede identificarse con el mensaje, casi como si fuese
parte inadvertida del mismo, puede inspirarse y puede a la vez, volverse creador. Lo mismo
que el creador, a la vez, puede cambiar su paradigma activo y volverse
observador. Así que son ambos, seres que cambian. Un ballet metamórfico en
donde de un estado pasivo se muta a uno activo.
De las muchas sutilezas que existen entre creadores y
observadores, me viene a la mente una que justamente ahora, me hace
cuestionarme algunas cosas. Y es, como lo dije desde el principio, la relación entre
creador y observador. Es una sinergia, o una simbiosis. ¿Sera que se crea para
que se observe, o será que por el contrario, el observador tiene una vorágine que
el creador, de forma innata, desea suplir? ¿Sera incluso que el paradigma esta
errado desde un principio y no existe tal separación entre creador y observador,
sino que son ambos seres, que existen en todos, dentro de una misma mente? ¿Sera
que algunos se callan su deseo a crear por miedo al rechazo casi unánime, al
fracaso económico, o al miedo de verse despojando a una idea de la privacidad
de su mente, así, lanzándola a un mundo hostil, en donde seguramente será disecada
por la taxidermia del imparable tren de la crítica?
Pero mientras que una postura, la del creador y observador
como dos partes del mismo paradigma que nos engloba como humanos, es la más
obvia, también está la otra postura en donde tenemos un papel bien definido. O
se crea, o se observa. No he tenido la desdicha de no conocer, (un doble negativo adrede, aclarando) a alguien que de alguna forma no cree nada,
que todo lo que expele, sea generado por otro ente. Todos crean en su forma más
pura. Pero a la vez, nunca he tenido la dicha, ni siquiera ante el espejo de
decir que nunca he sentido inspiración y hasta un toque de sana envidia, por las
creaciones de algunos. De los inmortales que jamás conoceré, puedo mencionar, a
Márquez, a Borges, Asturias… en fin. Me detendré acá. También tengo el gusto de
conocer a muchos escritores noveles, a los cuales, ya mencionare un poco más,
cuando mas vaya conociendo sus letras, pero sépanse apreciados, y sepan que
tienen un lugar en el panteón de mis letras.
Y la letra inspira. Causa envidia, en algunos, (y aunque
suene a la estratagema de “miren para otro lado”, quiero puntualizar que en
esto estoy siendo bien honesto) cuando no se posee el grado de éxito que otros
han tenido. En mi caso, cáusame envidia, cuando veo que no obtengo el grado de
pureza de algunos de los que admiro. (Nota, hare un apartado para explicar mi concepto personal de envidia,
que pelea con el de la RAE). La letra inspira. La letra es alimento para el
alma del que quiere crear, del que sueña con sueños ajenos y quiere plasmar su
propia visión del mismo. Y mientras algunos autores están de acuerdo con los
mal llamados “Trabajos derivativos” algunos otros están totalmente en contra,
pues lo consideran plagio. Algunos consideran que es honorable y hasta
halagador que se creen obras inspiradas por ellos, pero algunos otros, lo
aborrecen como quien les quita el pan de la boca.
Y es que hay de inspiraciones a plagios. Decir que una obra
es mía, cuando lo único que he cambiado es el “Verbiage” de la misma, pero conserva todos los
pormenores o al menos, los principales de la misma, casi en el mismo orden, o
delineando el mismo concepto, es claramente un plagio. No hubo inspiración acá.
Pero por otro lado, decir que plagio es el que existan obras que se derivan de
la tuya, me parece también moralmente cuestionable. ¿En dónde está la línea, si
es que existe entre el plagio y la inspiración, y en donde queda la relación creador
– observador en esta silueta obtusa de la coexistencia humana? ¿Somos incapaces
de dejar que otro comparta la idea que nosotros implantamos en su mente, quizás
por no saber que la semilla caería en su terreno fértil, más que en el árido?
Con todas las cosas considerables acá, creo que la
responsabilidad de definirse plagiario o simplemente inspirado, recae en la
consciencia y la moral de cada uno de los observadores con preñez de ideas. No existe
un lineamiento y creo, no puede existir, pues sería inútil al aplicárselo al
plagiario, pero castrante al aplicarlo al inspirado.
Y sobre la necesidad del creador de crear, del observador de
alimentarse de la creación, y de la relación entre ambos, por desgracia, debo
decepcionarles diciendo que no puedo llegar a una conclusión definitiva. Sería
inapropiado indicarles que deben pensar. Pero me inclino a creer, que es una
simbiosis. El creador necesita alguien que se alimente de su arte, como los
pezones lactantes. Rebosan de algo, (llamado acá, creación) y ese algo pide ser
consumido. Absorbido y reconvertido en algo más, algo que retroalimente al creador.
No es cuestión de satisfacer caprichos, (que para eso está el marketing) sino
de crear. Y no es cuestión de apoyar al artista, sino realmente empaparse de su
obra. Contemplar una pintura por diez segundos a menudo no basta para realmente
aspirarla. Leer un libro una única vez, a veces no es suficiente para sabérselo
bien. Leer un poema, es únicamente absorber la esencia mas breve del mismo, sin
saber que existen los entrelineas y que el autor, quizás las dejo allí escondidas
para una mirada un poco menos pudorosa, pero más indiscreta.
Así que dejo este mi
concepto, sobre el creador y la creación. Pienso que son una simbiosis, pues un
organismo dependerá inevitablemente del otro, mientras que en una sinergia, no
necesariamente se desbarata el sistema si alguna de las dos partes
necesariamente cesa su actividad.
¡Arrevouir, y gracias por leer!