octubre 08, 2010

Amada Amanda. Por Donovan Villeda

Me resultaba difícil creerme que, después de todos estos largos años de vivir con mi hermano, aun fuera el mismo niño alfeñique que en su infancia. No me malinterpreten, al menos no todavía. Raúl, era el mas pequeño de la casa, en todo sentido. Siempre tuvo el mejor cuidado, aunque no la preferencia de mis padres. No habían preferencias en mi casa, solamente que cuidaban mas de el, por ser mas frágil. Era el clásico blanco de los muchachitos en el colegio, que siempre lo agarraban como el tontito de la clase, al igual que en el vecindario. Era el que siempre cargaba suéter en verano y 3 en invierno. Pero era también el muchachito sensible que se dejaba querer y quería a todo el mundo. Era, también el niño santo que jamás decía nada para herir a nadie y que cuando criticaba, ¡ja!, cuando criticaba, ni lo sentías. Era así de sutil, que pensabas que te estaba elogiando un trabajo mal hecho.

Pero los años pasaban, y ambos crecimos. Siempre lo anduve cuidando, siempre, al menos hasta hace poco. No puedo decir que le guardo rencor, aunque justo ahora, tendido al lado de Amanda, su esposa, me siento mal por el, pero sobre todo, por mi. Somos hermanos, y creo que he roto una especie de acuerdo tácito, de no jodernos mutuamente. Lo que mas me preocupa, no es que estoy con Amanda, ni menos que se entere. Me preocupa que ya se entero, y que se fue, como la gran puta, hace unos momentos. Amanda, puedo decir, que no lo quiere mucho, si bien le guarda cierto afecto, no es amor lo que le tiene. Ella me quiere a mí, o no estaría tan tranquila. Aunque… eso me pone a pensar también. Esta demasiado tranquila. Es mas, esta durmiendo justamente ahora, que yo estoy pensando. Pareciera que no le ha afectado mucho la partida de “su esposo”.

Espero que no vaya a hacer una estupidez, pero el ya paso la mayoría de edad, hace 8 años, así que no creo que ahora, que la vida le empieza a sonreír un poco, vaya a cagarla por completo. Aunque nunca se sabe.
No puedo decir que me siento del todo mal. Raúl, como todos los seres humanos, necesitamos de un balance entre amor y desamor en la vida. Como decía aquel cuate que no me acuerdo como se llama, que decía que la vida mas desgraciada no es la llena de desamores, sino la que se ha estancado en la indiferencia. Creo que es Gabo Márquez, pero no lo puedo asegurar. Ahora, lo que me preocupa, es que aquel ha tenido tan poquito desamor en su vida, al menos de esta clase, que no se lo que hará. Y no tiene nadie mas con quien ventilarse, mas que conmigo.

Siento… siento que le debo una explicación. Esto, lo que tengo con Amanda se venia cociendo desde hace rato. Desde que se juntaron, prácticamente. Recuerdo cuando la conocí. Estaba tan a gusto con el, pero también conmigo. Estaba lo idiotamente típico. Se reía de mis chistes, me ponía atención, y me contaba de su vida. Como una buena amiga. Era la regaladita emocional que después de unas horas de conversación te decía, sorpresivamente, “Me caes bien, te quiero” pero que lo hacia con sentimiento, no con esa putrefacta cara de hipocresía. Se te amarraba al brazo y no te soltaba. Por otro lado, podía llegar a ser dura como un ladrillo, y calculadora, pero eso, eso es defecto de casi todas las mujeres educadas en nuestra sociedad contemporánea y sexista. Por que había decidido unir su vida a Raúl, aun me era un misterio. Aquel era de cierta forma, emocionalmente distante con ella. Era cariñoso… pero no lo demostraba demasiado. Y no era demasiado íntimo con ella. Creo que por eso, fue que me empezó a contar sus cosas. Y creo que por eso, es que a aquel no le va a afectar tanto que nosotros nos hayamos terminado topando entre las sabanas, puesto que nuestros corazones ya tenían tiempo de estarse topando. Y se, que él ya lo había notado.

Bueno, es tarde, hace frió y llueve a cantaros. Maldito clima septentrión. Mejor lo llamo para ver en donde anda y quizás ver si hay algo que se pueda salvar de nuestra… hermana amistad.

-Alo. ¿Dónde estas?
-¿Victoria? ¡Sos una hija de puta!... ¿Sabias?
-Vamos… déjate de mierdas, y habla con migo. ¿Dónde estas…? tengo mucho que explicarte…

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